Cuando el cuerpo habla por ti

3 de junio de 2025
¿Te duele algo y no sabes por qué? A veces el cuerpo dice lo que no podemos poner en palabras.

Hay momentos en los que tu cuerpo empieza a hablar, aunque tú no hayas dicho nada. Aparece ese dolor de cabeza que no cede, el estómago que se revuelve sin razón aparente, la tensión en los hombros que se queda instalada como si llevaras una mochila invisible. Y por más que intentas dormir mejor, comer bien o tomar algún medicamento, la molestia sigue ahí. Tal vez el cuerpo está diciendo algo que tú aún no puedes poner en palabras.

Muchas veces vivimos en piloto automático, resolviendo tareas, cumpliendo con lo urgente y haciendo malabares para llegar a todo. En ese ritmo, nuestras emociones quedan en segundo plano o directamente se esconden. Pero el cuerpo, que no sabe de agendas ni de excusas, las guarda y las muestra. Es una forma de avisarte de que algo no va bien, de que hay una carga emocional que no está siendo atendida.

El cuerpo y las emociones están más conectados de lo que solemos pensar. La ansiedad, por ejemplo, no siempre se presenta con nerviosismo evidente. A veces se manifiesta como una opresión en el pecho, una respiración superficial o esa sensación de que “algo malo va a pasar” sin poder explicarlo. Lo mismo ocurre con la tristeza, que se puede transformar en un cansancio profundo o en una falta de energía que no mejora con descanso.

También hay emociones que no fueron expresadas en su momento y que el cuerpo sigue cargando en silencio. Cuando no pudiste llorar lo que dolía, cuando hiciste como si no pasara nada, cuando tragaste tu enfado para no molestar, es posible que ese contenido emocional haya quedado dentro, buscando una vía de salida. Y el cuerpo la encuentra: a través de un síntoma, una tensión, una molestia que no entiende de lógica, pero que necesita ser escuchada.

La buena noticia es que esto se puede trabajar. No estás condenado a vivir con esos síntomas sin entender su origen. Al contrario, cada señal del cuerpo puede ser una invitación a mirarte desde otro lugar. En terapia podemos explorar juntos qué hay detrás de lo que estás sintiendo físicamente. Podemos darle palabras a lo que parecía inexplicable y ayudarte a liberar esa carga que llevas tiempo arrastrando.

No se trata de culparte por sentirte mal, sino de darte permiso para mirar hacia dentro sin miedo. A veces el primer paso es reconocer que algo te está pasando, aunque no sepas bien qué es. Lo importante es saber que no tienes que resolverlo todo solo y que hay formas de empezar a sanar. Escuchar tu cuerpo puede ser el principio de un cambio profundo y necesario.

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